A todos nos entusiasma la llegada de la temporada invernal porque es la oportunidad para, entre otras cosas, lucir esas prendas tan elegantes y que en no pocas ocasiones nos traen tan buenos recuerdos.
La ropa de invierno es generalmente costosa y complicada de manipular, además está el problema del almacenamiento por largos periodos y la poca información que tenemos para conservarla apropiadamente.
Además dentro de la categoría de ropa de invierno encontramos un sin fin de prendas, calzado y accesorios de diversos materiales y tamaños, y por ello, distintas necesidades de atención y cuidado.
Por todas estas razones hemos querido enumerar los principales desafíos que enfrentamos al lidiar con nuestra ropa de invierno y cómo sobrellevarlos airosamente.
Tabla de contenidos
1. Estiramiento y deformaciones
Aplica especialmente para los suéteres de lana, pero también a tejidos similares en peso y delicadeza. Lo más importante es prestar atención a las indicaciones del fabricante y seguirlas escrupulosamente.
Para el lavado es mejor aplicar sesiones de remojo en agua jabonosa y enjuagar de la misma forma. Nunca restregar ni exprimir. Se recomienda el uso de jabones neutros y abundante suavizante.
Para el secado es importante colocar la prenda mojada en una superficie plana. Si la colgáramos el peso produciría estiramiento y deformación, lo mismo si optáramos por exprimir el exceso de agua.
Por la misma razón debemos evitar el colgado de nuestras prendas para su almacenamiento. Los contenedores plásticos son una de las mejores alternativas para conservar por más tiempo su textura esponjosa.
2. Malos olores
Uno de los principales problemas del almacenamiento prolongado es el mal olor. Siempre es recomendable lavar toda tu ropa de invierno al finalizar la temporada para guardarla en condiciones óptimas.
En el caso de las bufandas y otras prendas que estén en contacto directo con la piel el lavado debe ser mucho más frecuente para evitar la aparición de microorganismos y sus consecuencias, que van desde el moho y mal olor hasta la aparición de reacciones alérgicas.
Dos medidas básicas a tener en cuenta son el almacenamiento holgado para dejar «respirar» las prendas cómodamente -de nuevo los contenedores plásticos son ideales- y colocar alguna ramita de menta, lavanda u otra fragancia en los contenedores para neutralizar el olor a humedad.
3. Daño en los tejidos
Si algo caracteriza a la ropa de invierno es que suele ser costosa, así que todo lo que podamos hacer por cuidarla es bienvenido. Sobre todo tomando en cuenta que podemos usarla por mucho tiempo, dado que las tendencias cambian muy poco en esas fechas.
Es fundamental evitar el daño que puede sufrir la ropa por mal manejo durante su uso, lavado o almacenamiento.
En el caso de las prendas de piel confiamos en que una limpieza superficial con un paño húmedo resuelve la mayoría de los accidentes, al momento del lavado debemos considerar que muchas de esas piezas tienen forros interiores y rellenos que hacen imposible el uso de la lavadora. Al tratarse de prendas que combinen distintos materiales es obligatorio el lavado al seco.
Otros errores frecuentes son: colgar las prendas en ganchos de alambre que deforman los hombros y producen oxidación, dejar objetos pesados en los bolsillos, usar las mismas prendas a diario acumulando humedad y sudor, usar el centrifugado de la lavadora, colocar la plancha directamente sobre los tejidos, no lavar las prendas al principio y al final de la temporada.
Estamos seguros de que estas recomendaciones harán más grata la llegada de las bajas temperaturas. Para más y mejor información sobre el cuidado de toda tu ropa síguenos en todas las redes sociales a traves de las cuentas de Getlavado.
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