No hace falta ser ingeniero para saber poner una lavadora y, teniendo en cuenta que no se trata de la actividad más excitante del mundo, seguimos siempre las mismas rutinas. Y luego nos extrañamos de que nos dure tan poco la ropa…
“La mayoría de la gente cocina de la forma en que cocinaba su madre. Y hemos aprendido a hacer la colada de la misma forma que la hacían nuestros padres”, explica en ‘The Washington Post’ Jenifir Provateare, que lleva 20 años desarrollando productos para la industria de las lavadoras. “La tecnología ha evolucionado mucho desde que nuestras madres empezaron a hacer la colada”
Hoy en día las lavadoras tienen muchas funciones que podemos aprovechar para que nuestra ropa dure más y esté siempre limpia. Y estos son las seis prácticas que deberíamos desterrar cuanto antes:
Tabla de contenidos
1. Lavar siempre en frío
Dejando a parte la proliferación de tiendas ‘low-cost’ que venden vestimentas que son una auténtica basura, no solemos dar a la ropa la atención que se merece. Al final, preferimos meter todo en la lavadora sin hacer distinciones y, por si acaso, lavar en frío. Así creemos que nuestra ropa está lo suficiente limpia, no destiñe y no se daña. Pero no es cierto.
“El agua fría no siempre es mejor y puede lavar mal la ropa o dejar olores”,explica Provateare. “Lea las etiquetas, puede que recomienden usar agua templada. Una buena regla es utilizar siempre la temperatura más caliente que aguanten tus prendas porque, en general, se van a limpiar mejor con agua caliente”. Lo que nos lleva al siguiente punto…
2. No separar la ropa
En muchos hogares, en los que se ignora la norma básica de la lavadora, se echa la ropa sucia al tambor sin orden ni concierto –con el consiguiente desparejamiento de calcetines–. En otros tantos, algo más aplicados, se separa la ropa de color y la blanca. Pero lo cierto es que, como asegura Provateare, esta no es la mejor forma de poner lavadoras.
Lo ideal es observar las etiquetas de cada prenda para conocer la temperatura a la que debe lavarse y hacer coladas en función de ésta. Son suficientes dos montones, frío y templado, pues muy pocas prendas se lavan a temperatura caliente. Una vez echa esta separación, lo ideal es separar también las prendas por colores. “Puedes terminar con montón de pequeños lavados, pero la ropa lucirá mejor y durará más”, asegura Provateare.
3. Ser tacaño con el detergente
Los detergentes actuales están concentrados y suelen ser caros, por lo que solemos echar lo menos posible: generalmente un vasito de los que acompañan al paquete y a correr. De nuevo, lo ideal es leer las instrucciones. En todas las cajas de detergente se indica cuánto debe usarse en función del tipo de ropa y agua, así que trata de ceñirte a lo indicado.
“Si eres tacaño la suciedad de la ropa simplemente se redistribuye en el lavado en lugar de salir por el desagüe”, asegura Provateare. “La suciedad termina en el resto de tu ropa, ensuciándola de nuevo”.
4. Usar la lejía de forma indebida
La lejía esta indicada para preservar el blanco de la ropa, pero es una sustancia mucho más agresiva que el detergente convencional. Puede venir bien para ciertas prendas, pero si la usamos para lavar nuestra ropa interior estamos cometiendo un grave error. La lejía es especialmente agresiva con los elásticos de calcetines y calzoncillos, que apenas soportan un par de lavados con ésta. Usa mejor un detergente blanqueador.
5. No tratar las manchas antes
No falla. Estrenamos camisa nueva, vamos a comer y, plof, la manchamoscon tomate o vino. Quizás tratemos de “limpiar” el estropicio con una servilleta y, al llegar a casa, dejaremos la prenda olvidada en el cesto de la ropa sucia, donde permanecerá sucia durante unos días hasta que la echemos a lavar. Ya puedes ir despidiéndote de la camisa.
“Una vez que una mancha pasa a través de un lavado con agua caliente y secado con calor, es probable que no vuelva a salir”, explica Provateare. Lo ideal, según la experta, es usar un quitamanchas en cuanto tengamos el accidente y echar la prenda a lavar lo antes posible a la máxima temperatura que pueda aguantar. Solo hay una excepción: las manchas de sangre deben lavarse siempre con agua fría.
6. No lavar la ropa antes de usarla
A todos nos suena este consejo, pero muy pocos lo aplicamos. Cuando nos compramos algo nuevo estamos deseando usarlo y nos lo ponemos tal cual sale de la bolsa. Pero no es una buena idea. “Un lavado elimina todos los residuos químicos que quedan en la ropa tras el proceso de fabricación”, asegura la experta. “Si no lo haces los químicos pueden entrar en contacto con tu piel y causar irritación o dermatitis de contacto”. Basta con pasarlas por un lavado frío, pero procura no mezclarlas con otros colores, la ropa nueva suele desteñir.
Fuente: El Confidencial